miércoles, 4 de julio de 2012

Canal 9: Entre todos la mataron...

El Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que en los próximos dos o tres meses va a dejar en la calle a más de mil trabajadores de la Radio Televisión Valenciana no es sino la conclusión lógica a la política de desmanes que, a todos los niveles, ha regido durante los últimos veinte años en el ente público. Veinte años, se dice pronto, pero es casi el tiempo que lleva el PP gobernando en la Comunidad Valenciana. Y me gustaría explicarme convenientemente antes de que las docenas de compañeros (algunos incluso amigos) que allí -aún- trabajan se armen con antorchas y vengan a por mí. La explicación de la falla, como decimos en Valencia, es muy sencilla. Canal 9 nació en 1989 bajo el último Gobierno socialista de Joan Lerma, al amparo de una Ley que ni socialistas ni posteriormente populares se han encargado de respetar o hacer cumplir. Con el ascenso al poder de Eduardo Zaplana en 1995, la televisión pública de los valencianos pasó a ser responsabilidad del PP, que se encontró una plantilla de 653 trabajadores (ya inflada para la época) y una deuda asumible y ajustada de 32 millones de euros acumulada en seis años de emisión. Diecisiete años después -como acertadamente denunciaba a principios de 2012 'El País'-, la plantilla supera los 1.800 trabajadores y la deuda se dispara a los 1.200 millones de euros, gracias a los Gobiernos de Zaplana y posteriormente Francisco Camps, quien al suceder al murciano también se encargó de colocar a "los suyos" y reorientar de nuevo la línea editorial de la cadena. Sólo las cifras bastarían para poner en entredicho la extraña gestión y administración del ente público durante estas dos décadas, pero si contamos que 800 de esos 1.800 trabajadores han sido colocados 'a dedo' sin pasar por ningún tipo de oposición o examen empezaremos a entender el desmadre financiero que ha regido Canal 9. Y eso no me lo tiene que contar nadie porque lo he vivido: Media redacción del extinto 'Mini Diario' fue contratada en Canal 9 a finales de los 90 con una simple llamada telefónica (pero no una por compañero, no, una para todos en plan "y ahora pásame con X" ...patético y muy ratero, la verdad).
Un ejemplo más: ¿Saben lo que cuesta disponer de un equipo emitiendo en directo para un informativo, es decir, un enlace de satélite para apenas un minuto de televisión? Unos 6.000 euros. Pues bien, nuestros servicios informativos a lo largo de estos años han tenido a bien contarnos en directo -y a ese precio- sobre la calabaza más grande cultivada en la Comunidad Valenciana o una concentración de moteros en cualquier pueblo. Información, lo llaman. Y eso sólo los informativos; súmenle ahora el resto de programas al estilo de 'En Connexió', que viven básicamente del directo...
Otro: Contraviniendo claramente el espíritu y la letra de la Ley de Creación del Ente Público Radio Televisión Valenciana, durante más de diez años se ha mantenido un bloque de unos 600 trabajadores con contratos de obra a los que cíclicamente se despedía y volvía a contratar en función del programa o departamento al que estuvieran adscritos.
Y el peor ejemplo posible: los sueldos. El único punto de envidia que -creo- hemos tenido el resto de periodistas valencianos durante estos años hacia los compañeros de Canal 9. Nóminas muy por encima de la media del sector y del país para unos trabajadores con una cantidad de trabajo (no entro a discutir la calidad) mucho menor que la media. Conozco muchos compañeros que nada más salir de firmar su contrato en Burjassot se iban al concesionario más próximo de Audi a encargarse un A-3 o meterse en una hipoteca de 400.000 euros. No hay estómago más agradecido que aquel que está bien alimentado. Para que se hagan una idea, sólo el capítulo de Personal en los presupuestos de Canal 9 de 2009 superaba los 81 millones de euros cuando, por ejemplo, los ingresos previstos por publicidad y venta de derechos (fútbol) fueron de 45.
En medio de todo ello, contratos salvajes con productoras mediocres para llenar el bolsillo de amiguetes y de paso la parrilla de programación con bodrios infumables, viajes no justificados a cargo del erario público a celebrar cumpleaños en Marruecos, despliegues dignos de la CNN para celebrar la visita del Papa o cubrir las regatas de la America's Cup, pago de derechos y un equipo específico para la retransmisión de la Fórmula 1 cuando una cadena nacional ya lo emitía en abierto o la pérdida en picado de una audiencia que en 1995 rozaba el 19% de 'share' y que en la actualidad apenas llega al 6%... vamos, que difícilmente se ha podido gestionar peor.
Pero, volviendo al inminente ERE que va a provocar más de 1.000 dramas familiares... ¿dónde estaban los sindicatos cuando las vacas eran gordas y se tiraba con pólvora de rey a todo lo que se moviera? ¿Dónde cuando se colocaba a dedo a 800 personas de modo ilegítimo -que no ilegal, que de eso saben bastante-? ¿Dónde cuando se daban férreas consignas políticas para marcar la línea editorial? Porque de aquellos polvos vienen estos lodos. Porque ahora que las vacas son flacas y que vienen mal dadas para los de siempre, los curritos, ahora sí que tímidamente han salido a la palestra a decir que la cosa está mal. No, bonicos, lo siento mucho pero tan responsables del desastre/pecado televisivo que es Canal 9 son los que han diseñado la acción como los que han ejecutado la obra como los que habéis callado por omisión durante casi dos décadas. Tener el riñón bien cubierto es lo que tiene, que degenera en adocenamiento y pequeñoburguesismo provinciano, amén de que muchos sindicalistas tienen un fantástico carnet de partido que es el que, como en el Monopoly, les libera del paso por prisión. Cojonudo, oigan.
Ahora lloramos todos pero da igual. Lágrimas de cocodrilo en algunos casos, porque entre todos la mataron y ella sola se murió. Mi abrazo solidario a los que se van a quedar en la calle. Mi odio eterno a los que lo han hecho posible.

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