martes, 13 de mayo de 2014

Ojo por ojo: de Gamonal a León

Previsible. Incluso predecible. Sin pecar de Rappel, llevo más de cinco años diciendo que lo que pasó ayer en León (asesinato de la presidenta de la Diputación a manos de una ciudadana en lo que parece una venganza) era inminente. Ciudadanos/víctimas contra políticos/verdugos. Son demasiados años de crisis, demasiados años de frustración, demasiados años de mentiras, demasiados años de cargar sobre la ciudadanía los desmanes de cuatro hijos de puta. Demasiados años de suicidios cambiados por hipotecas. Demasiados años salvándole el culo a la banca y a los amigos mientras se condena al trabajador. Demasiados años como para que la chispa de Gamonal (Burgos), en la que la mayoría de la gente cambió la triste realidad gubernamental tomando la calle a las bravas, no prendiera en algún/a desquiciado/a y se llevara a un cargo público por delante.
Los que me conocen me han escuchado reiteradamente afirmar que no me extraña en absoluto que pasen estas cosas. Y más que van a pasar. No lo justifico, no lo comparto, pero siendo pragmático y analítico, lo entiendo. Y teniendo en cuenta la perspectiva histórica, podría decir que hasta en cierto modo lo respeto, porque cuando se perpetúa el sistema de castas, se desprecia sistemáticamente a los de abajo, se favorece eminentemente a los de arriba, se mutila lo público para oxigenar lo privado y se humillan y reprimen derechos fundamentales, cuando se le aprieta a la gente hasta casi ahogarlos, lo lógico es que la gente acabe saltando sobre el cuello del que gobierna de esa manera. Lo lógico, lo natural... e históricamente lo previsible.
Porque encuentro lógico -no es el caso, pero podría ser- que una persona cuya pareja e hijos lleven años en paro, que tenga algún familiar dependiente o discapacitado al que hayan retirado las ayudas, que esté a punto de perder la casa por la maldita hipoteca y al que encima hayan multado con 3.000 euros por el simple hecho de ejercer su derecho a manifestarse, coja una mañana y en un arrebato desquiciado tire de recortada y se lleve a un político por delante. Lógico, eso sí, tras años de vejaciones y recortes a nivel social, sanitario y educativo; y lógico pues el político es el que asume esas decisiones (que en realidad toman otros) y el que se llena el bolsillo en A y en B por aplicarlas. Resulta triste -o quizá esperanzador- pensar que por este camino estaríamos abocados a una revolución... si no viviéramos en España.
Ésa es la gran ventaja con que cuentan los políticos españoles, que el nivel intelectual del ciudadano medio es bajo mientras su nivel de conformismo (o capacidad de sufrimiento) es alto. De hecho, lo primero suele llevar a lo segundo: cuanto más embrutezcas al pueblo, más bajo será su perfil y así se comportará. Reza el dicho que "no hay mal que cien años dure"... a lo que el gracejo popular siempre ha añadido por lo bajini "ni gente que lo soporte". Pues bien, en España llevamos soportando cuarenta años de dictadura fascista y otros cuarenta de pseudodemocracia vendida al capital, así que lo de los cien años de mal, como broma, ya ha durado bastante.
El asesinato de Isabel Carrasco resulta duro, asqueroso y reprobable, pero resume y lanza un mensaje a todos, políticos y ciudadanos: no estamos en el mejor de los caminos para aspirar a un futuro esperanzador precisamente. Con el 'ojo por ojo' acabaremos todos ciegos, que tuertos ya nos han dejado.

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